Óscar Ortíz “Comandante Guillermo Rodríguez” durante la agresión armada comunista de los años 70 y 80’s y actualmente vicepresidente de la República se desligó de una declaración de la Comandancia General de su partido, aclarando que no pretende compartir la “jubilación” de sus antiguos compañeros de armas, ni mucho menos.
Ortíz, miembro de la cúpula del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), despreció el “mea culpa” de sus compañeros y aunque ha tenido las riendas del Ejecutivo de manera fáctica desde marzo de 2018, dijo el martes que él personalmente no está vetado para lanzarse como candidato a la dirección del partido.
De esta manera, el vicepresidente estaría dando un Golpe de Estado dentro de su partido apoderándose de la dirigencia de la exguerrilla, que aún huye en desbandada, luego de perder las pasadas elecciones de manera apabullante.
Se los “madrugó”
“No comparto los vetos, en el caso personal, a pesar de lo que dijo un grupo de la Comisión Política, en este servidor, no tiene ningún tipo de limitación para tomar una decisión en qué nivel de participación me gustaría estar, vamos a reflexionarlo en estos días y en su debido momento. Yo no estoy vetado para nada, yo estoy con todos mis derechos como militante del FMLN”, fueron sus palabras en rueda de prensa brindada en el salón de usos múltiples de Casa Presidencial.
Al ser consultado si estaría interesado en postularse para secretario general del FMLN, Ortíz advirtió que va a platicar con muchos compañeros para “ver cuál es la mejor propuesta, la mejor posición que podemos tomar en términos personales para contribuir a mejorar el nivel de correlación y sobre todo el nivel de desafíos”
Los pasos de Ortíz no son abruptos ni acelerados, el plan inició el 4 de marzo de 2018. Ese día, teniendo ya claro que se había perdido la mayoría, o la suficiente matemática legislativa para definir las cosas en el Congreso, surgió el plan de llevar a Óscar Ortíz a ser el vértice del nuevo establishment.
Las cosas no siempre son como se esperan
La “Tandona” de la exguerrilla, dirigida por el cuarteto de José Luis Merino, Medardo González, Lorena Peña y Norma Guevara, se creyó muy inteligente al lanzar a Gerson Martínez a la palestra, como candidato ungido por la dirigencia, mucho antes de lo establecido, sin embargo, no esperaban la jugada maestra del Salvador Sánchez Cerén y sus colaboradores más íntimos, llamarían a Hugo Martínez, el entonces canciller y lo invitarían a ser el candidato a la presidencia. La presidencia de la República puso en “jaque” a la dirigencia.
Sin embargo, el triunfalismo de Ortíz desapareció en un santiamén. La negociación de la cúpula efemelenista le costó el poder al presidente Sánchez Cerén. Éste tuvo que depositar el poder del Ejecutivo en su vicepresidente, había que “balancear” el poder del presidente y el poder del partido. Óscar Ortíz se convirtió en ficha de cambio. Supuestamente ahí acababa todo.
Tras la renuncia pública del Comité Político del FMLN, se guardó un duelo político de una semana, donde solo Roberto Lorenzana se atrevió a dar declaraciones a nombre del Gobierno.
El martes, Ortíz dio el golpe final a la dirigencia, reducida a tres luego del éxodo de Lorena Peña a Nicaragua, país donde se esconde de la justicia el verdugo del FMLN, el expresidente Mauricio Funes Cartagena. El vicepresidente se desligó de la “jubilación” adelantada de la dirigencia y se lanzó ha por el poder.
Los dirigentes de la Comisión Política del FMLN habían anunciado el 6 de febrero que adelantaban las elecciones internas para el primer semestre de 2019 y ya no para diciembre de 2020. Óscar Ortíz adelantó lo resultados al 12 de febrero, sin elecciones. En la desbandada la acción militar fue tomarse el poder.