«Todas mis tías y mi madre eran muy lindas y piernudotas; mi tía Concha era bellísima, morena como una gitana, preciosa, delgadita, las más bonita de todas y la primera en independizarse. Esto fue básico para mi historia y mi futuro aunque, claro, yo en ese momento momento no había nacido aún».
Relata Silvia Pinal en su libro autobiográfico
El domingo, la última diva del cine mexicano, cumplió 90 años. Y prácticamente más de 70 en el ambiente artístico, si se toma en cuenta la vez en que, siendo adolescente, participó en una función académica de La Traviata, para la cual había ensayado por días, desafinó, se avergonzó y lloró.
Su maestro le dijo que no tendría que preocuparse, pues era normal sin dominar el escenario. Y un compañero la recomendó para entra al INBA, donde sus profesores fueron, entre otros, Carlos Pellicer, Salvador Novo y Xavier Villaurrutia, compartiendo clases con Luis Gimeno y Bárbara Gil.
«Ahí hice mis pininos en la obra de teatro ‘Sueño de una noche de verano’. Mi personaje era el de una humilde dama de la corte, porque los estudiantes de primer año no teníamos derecho a papeles ni nada: sin embargo estaba feliz de estar en el elenco y más de pisar un escenario como Bellas Artes», relata en el texto.
Y algo reflejaba, porque cuando apenas tenía 14 años un periodista que la había visto en la obra de teatro experimental «Los caprichos de Goya», le dedicó una línea: «Esta niña va a ser una gran estrella».
Tres años después, a los 17, tuvo su debut cinematográfico («Bamba»), el productor Miguel Contreras Torres le dijo que era una bruta y estúpida, porque no podía llorar en escena.
«Fue muy grosero conmigo ese viejo horroroso. Me regañaba mucho, digo, yo estaba muy verde, lo reconozco, pero de eso a que me gritara y regañara, era por ser violento», recordó en una entrevista con EL UNIVERSAL, de 2019.
Esa «bienvenida» sólo la impulsó en su carrera. Contabiliza más de 100 producciones como actriz en cine y televisión, sin contar teatro. Tiene en sus vitrinas tres premios Ariel a Mejor Actriz («Un rincón cerca del cielo», «Locura pasional» y «La dulce enemiga»), además de uno de Oro por su trayectoria que incluye cintas en Europa.
A Pinal se le quiso relacionar sentimental con Pedro Infante, con quien trabajó en el filme «El inocente», clásico que se transmite cada año el último día de diciembre. Pero siempre hubo amistad. Sólo eso. Y enojos porque él llegaba a comerse los tamales de pescado que cuidadosamente ella guardaba.
Las otras divas además de la Pinal
Silvia forma parte del ya cada vez más pequeño grupo de actrices de la llamada Época Oro del Cine Mexicano vivas, que incluye a María Victoria, con 94 años de edad; Elsa Aguirre quien cumplirá 92 el próximo día 25; Yolanda Montes «Tongolele», de 89 años e Irma Dorantes, de 86 años.
María Victoria cantó con Pedro Infante en la XEW; Elsa trabajó con el «Ídolo de Guamúchil» en «Cuidado con el amor» (1954) e Irma fue la última pareja del intérprete de «Amorcito corazón».
Y todas, cuando ya superan las siete décadas de vida, seguían demostrando su talento.
«Tongolele» bailó hace una década en una presentación del Festival Internacional de Cine de Guanajuato como cuando lo hacía en las cintas «El rey de barrio» (1950) y «Amor a ritmo de go-go» (1966).
«El baile me hace sentir viva», dijo en esa ocasión.
Su más reciente aparición en pantalla fue en 2012, como parte del elenco de «El fantástico mundo de Juan Orol», de Sebastián del Amo, interpretándo a ella misma.
Elsa Aguirre formó parte, en 2005, de la reposición de «Cada quien su vida», obra ambientada en 1950, interpretando a la «Tacón Dorado», una bailarina para lo cual se pintó de rubio su cabellera ondulada.
La nacida en Chihuahua cuenta en sus vitrinas con un Ariel de Oro a su trayectoria, otorgado por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas en 2003.
Su primera aparición en cine fue en 1946 con la cinta «El sexo fuerte», al lado de Mappy Cortés y Rafael Baledón, teniendo en «Belinda» (2004) su más reciente participación en pantalla chica. En el inter contabilizó más de 40 trabajos al lado de Cantinflas («Ama a tu prójimo»), Luis Aguilar («Cuatro noches contigo»), Dolores del Río («Casa de mujeres») y Antonio Aguilar («La muerte de un gallero»), intercalando personajes a dulces e inocente como en «Una mujer decente» o fría y distante en «La perversa».
Hace dos años fue reconocida en Acapulco, a donde asistió y feliz agradeció el galardón.
«Antes decía que no me lo merecía, pero ahora hemos trabajado y quiero sentirme útil hasta el final de mis días», indicó en esa ocasión.
La tapatía María Victoria, en tanto, lanzó en 2013 en el mercado digital una colección llamada «La música de mis películas», pues en ésta área audiovisual contó con cerca de 40 producciones.
«Por qué peca la mujer» (1952) y «Del rancho a la televisión» (1953) la lanzaron al estrellato, pero fue con su personaje de Paquita en dos films de 1954 y 1955, que tuvo al público a sus pies.
En televisión su personaje de Inocencia Escrabarzaleta Dávalos Pandeada Derecha en «La criada bien criada», hizo extensivo su gusto entre los niños.
La telenovela «Sortilegio» de 2009 ha sido su última presencia en pantalla.
Irma Dorantes ha tenido trabajos más cercanos a esta fecha. En 2014 se estrenó la comedia «La hija de Moctezuma», con María Elena Velasco «La India María» y poco antes había estado en «Cartas a Elena».
De todas las divas sobrevivientes ha sido la que más trabajó en cine después de la Época de Oro, contabilizando más de 100 largometrajes como «Mi querido viejo», con Vicente Fernández, «Los amores de Juan Charrasqueado», con David Reynoso y «La diosa del puerto», con Fernando Almada.
Fue también una de las que cobijó el reparto de «Teresa», donde una veinteañera Salma Hayek comenzaba a despuntar.
Todavía en 2018 formaba parte del proyecto ¿Quieres que te lo cuente otra vez?, realizando lectura en voz alta organizadas por el INBA en centros culturales.