Rusia no solo le ordenó a Nicolás Maduro que no abordara avión alguno. También sostuvo su dictadura. Lo hizo con la ayuda inestimable de la inteligencia cubana, infiltrada en cada uno de los escalones de poder de Venezuela… ¿y con la participación de un traidor? Quienes controlan el país obligaron al usurpador de Miraflores a permanecer oculto todo ese día. Cumplió al conocer, además, la supuesta amenaza: no habría refugio en Moscú.
Pero el pacto que estaba precipitándose tenía otros protagonistas. Entre los que formaron parte de la hoja de ruta para liberar el palacio de Gobierno estaba el general Vladimir Padrino López, ministro del Poder Popular para la Defensa. El militar había diseñado el plan junto con funcionarios del Consejo de Seguridad de los Estados Unidos (NSC, por sus siglas en inglés) un órgano que depende directamente de Donald Trump y que hoy conduce John Bolton.
El presidente norteamericano estaba al tanto de todos los movimientos. Pero el plan no salió como había sido diseñado. ¿Quién dio la directiva de adelantar los hechos 24 horas? La idea era tomar la base aérea La Carlota en las primeras luces del miércoles 1° de mayo. Sin embargo, en la madrugada del martes 30 de abril alguien ordenó liberar a Leopoldo López. Esto generó desconcierto en sus promotores, entre ellos Padrino López, a quien durante la conjura le asignaron el nombre en clave Zamuro. Es como llaman a los buitres en Venezuela.
Fue Bolton quien durante semanas trató de convencer públicamente a Padrino López para que cambiara de bando y cumpliera sus promesas. El general –el hombre con mayor ascendencia sobre los oficiales y suboficiales venezolanos– fue quien diagramó –a la par de la Casa Blanca– las etapas por seguir para terminar con Maduro. Pero cuando apresuraron la liberación de López, todo cambió.
Fue en ese capítulo cuando la idea original se derrumbó. Los pasos de una primera etapa se anticiparon: Juan Guaidó, presidente interino de Venezuela, consiguió liberar a Leopoldo López de su confinamiento y anunció la lealtad de militares y la inminente caída del régimen. «Todos dormían», confió a Infobae un general venezolano que conocía en detalle lo que debía pasar. Su marcha hacia Miraflores debía estar garantizada, algo que no sucedió.
Para ello también era vital la participación en la trama del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) que con una declaración inapelable empujaría al presidente a dejar el país. Sin embargo, ni Padrino López licenció a sus generales, ni el TSJ emitió orden alguna para sustituir al dictador. Maduro no abordó su avión.
Rusos y cubanos confeccionan por estas horas listas para purificar lo más alto del poder chavista. Son expertos en esa materia. El primero al que alcanzó la expiación fue Manuel Ricardo Cristopher Figuera, director del todopoderoso Servicio Bolivariano de Inteligencia, más conocido como Sebin. Fue uno de los que estuvo implicado en el complot para deponer al dictador. Nada se sabe hasta el momento de él, solo que estaría detenido. En una maniobra que sorprendió a muchos, el usurpador de Miraflores nombró a un viejo conocido -sobre todo de Diosdado Cabello– en su lugar: el general Gustavo González López, quien ya había sido el patrón del temible organismo entre 2014 y 2018.
Este militar hace 13 años que forma parte del núcleo duro del Gobierno. Había sido desplazado en octubre pasado luego del presunto asesinato de un concejal opositor –Fernando Albán– pero siempre se mantuvo en actividad y cerca de su padrino. Fue entronizado por Hugo Chávez Comandante de la 5ta. División de Infantería de la Selva, y en julio de 2011, pasó a conducir la Milicia Bolivariana. Para el régimen -y sobre todo para los cubanos- es fundamental en estos tiempos de turbulencia.
Su designación redistribuye los poderes internos dentro de la cúpula venezolana. Cabello parece salir fortalecido luego de los sucesos que marcaron la marcha -por ahora inconclusa- de Guaidó sobre Caracas. Padrino López, de momento, se mantiene pese a que formó parte de las negociaciones junto al presidente encargado y los Estados Unidos. Maduro y su futuro son una incógnita.
De sobrevivir el régimen, cuando la bruma de los gases se disipe, comenzarían las purgas. El Ejército sufriría bajas sensibles, como también los servicios de inteligencia y la Guardia Nacional. Incluso podría haber cambios en lo más alto de la Justicia bolivariana. Maikel Moreno, el oscuro jurista que conduce el Tribunal Supremo, podría ser uno de los apuntados. También el jefe de la Dirección de Contrainteligencia, Iván Hernández Dala.
Mientras tanto, otro misterio rodea las últimas 48 horas. ¿Quiénes abordaron el martes por la noche en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía un moderno Bombardier Global Express con matrícula TC-TSR que llegó de Moscú, arribó a Caracas y una hora después despegó con destino a Punta Cana en la República Dominicana? Una familia del poder se habría adelantado a los acontecimientos buscando refugio en sus caribeñas playas.
Los jerarcas que formaron parte del plan de extirpación de Maduro de Miraflores llegaron a una encrucijada. Quedaron expuestos e intuyen que podrían ser degradados de un momento a otro. De caer ahora, su futuro no será otro más que la oscuridad de una celda. No pudieron o no supieron cambiar a tiempo. Quizás lo lamenten toda su vida. Mientras tanto, intentarán descubrir quién ordenó adelantar un plan que había sido repasado varias veces.