El gobierno de Donald Trump continúa dando pasos concretos para restringir las capacidades del régimen de Nicolás Maduro, en favor del autoproclamado mandatario interino Juan Guaidó, quien recibió el control de las cuentas de Venezuela en territorio estadounidense.
El Departamento de Estado ya remitió la semana pasada un documento a la Reserva Federal para subrayar que Washington reconoce al titular de la Asamblea Nacional de Venezuela como líder del país, por lo que debe ser el agente autorizado para controlar las cuentas en los bancos de EEUU. Los siguientes pasos que busca dar la Casa Blanca apuntan a las cuentas petroleras, el corazón de la economía venezolana.
Con el reconocimiento de Guaidó, cambian las autoridades que «toman legítimamente las decisiones respecto a las transacciones económicas entre Venezuela y EEUU, lo cual tendrá muchas consecuencias», explicó un funcionario de la Casa Blanca, que pidió el anonimato, el pasado miércoles.
De todas formas, estos trascendentales cambios representan una incertidumbre para una multiplicidad de actores. «Es un lío para los acreedores, para los empleados, un lío para todos», comentó al Wall Street Journal un ejecutivo de la industria petrolera, sobre la posibilidad de que compañías como PdVSA o Citgo tengan dos directorios paralelos (del régimen chavista y de la oposición).
Por ello, informó el WSJ, el gobierno de Trump planea utilizar decretos ejecutivos de emergencia que allanen el camino y permitan que Guaidó tome efectivamente el control de las cuentas. Para que la medida no sea batallada en las cortes del país, el presidente podría argumentar que la crisis política y las importaciones de petróleo son de importancia fundamental para el sector energético de EEUU.
En ese camino, Washington también busca desviar las transacciones relacionadas a los hidrocarburos para evitar que lleguen a manos del chavismo, y sean depositadas en cuentas manejadas por la oposición.
El senador marco Rubio, que ha estado muy implicado en las consultas con la Casa Blanca sobre Venezuela y confirmó el traspaso del control de las cuentas venezolanas, pronosticó que en los próximos días habrá más detalles sobre el futuro de las transacciones relacionadas con el petróleo entre EEUU y el país sudamericano.
«Casi el 75 % del efectivo, que recibe PDVSA (la petrolera estatal venezolana) viene a través del crudo que le mandan a refinerías de los EE.UU. Lo que es lógico es que se siga comprando pero que el dinero que se debe se ponga a disposición del Gobierno legítimo» de Guaidó, dijo Rubio a la cadena Univisión.
Para los compradores del petróleo venezolano, como Chevron y otras grandes compañías, «una cosa está clara: ya no pueden enviar dinero a Maduro», comentó al WSJ Gustavo Coronel, ex presidente de PdVSA en la década de los noventa.
Aunque Caracas tiene otros compradores del crudo, principalmente China, el gigante asiático es un acreedor y el petróleo se envía como pago de deuda. Sin Estados Unidos, que importa unos 500 mil barriles diario (y siendo el petróleo casi el único bien que Venezuela exporta), el régimen se vería ahogado sin divisas. Los gobiernos aliados de Maduro podrían intentar elevar su cuota de compras, pero no es una decisión que pueda tomarse rápidamente.
La posibilidad de financiar a la oposición venezolana a través del Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional también está sobre la mesa, aunque el periódico estadounidense apunta que estas instituciones esperarían a que haya un mayor consenso internacional en el reconocimiento a Guaidó como legítimo presidente.