Es un día de verano en lo alto de las montañas de esta ciudad, la más grande de Kazajistán, y el glaciar de Tuyuksu se está derritiendo a un ritmo vertiginoso. Los riachuelos descienden por el delgado borde del glaciar.
Maria Shahgedanova, glacióloga de la Universidad de Reading en Inglaterra, ha venido aquí a revisar el Tuyuksu, como lo ha hecho durante dos décadas. El Tuyuksu es uno de los glaciares que han sido analizados durante más tiempo en el mundo, por lo que su desarrollo ayuda a medir cómo el cambio climático está afectando al hielo de todo el planeta.
El asunto es especialmente urgente en Asia central, donde los glaciares que se derriten a gran velocidad implican que a la gente le queda menos tiempo, quizá solo un par de décadas, para prepararse ante la eventualidad de que se reduzcan los suministros de agua potable y de cultivos.
Hacia finales de la temporada de deshielo veraniego de 2017, el equipo liderado por Shahgedanova marcó líneas en una serie de estacas para marcar hasta dónde alcanzaba el hielo, tal como los investigadores han hecho desde hace décadas. En la visita de un año después, Shahgedanova y Nikolay Kasatkin, parte del equipo, de inmediato notaron que había más madera visible que la última vez. Partes del Tuyuksu medían hasta 0,9 metros menos y aún faltaban algunos meses para que terminara la temporada de deshielo.
Los glaciares son formados por la nieve de hace siglos, comprimida a lo largo del tiempo, que se convirtió en ríos de hielo con un flujo lento; en la cordillera Tian Shan los glaciares son de hasta 300 metros de grosor y en otras partes son algo más gruesos. No son estáticos, pues acumulan nieve en el invierno y pierden hielo cuando se derriten durante el verano.
No obstante, en un clima cálido el derretimiento excede la acumulación, lo cual da como resultado una pérdida neta de hielo. Eso está ocurriendo en Kazajistán —el Tuyuksu se ha retraído en más de 800 metros desde 1960— y en todo el mundo.
Los casi 150.000 glaciares del mundo, sin incluir las grandes láminas de hielo de Groenlandia y la Antártida, cubren alrededor de 518.000 kilómetros cuadrados de la superficie de la Tierra. Durante las últimas cuatro décadas, en conjunto, han perdido el equivalente a una capa de hielo de unos 21,3 metros de ancho.
La mayoría también se están acortando. Varios glaciares pequeños en lugares como las Rocallosas y los Andes han desaparecido. Los investigadores dicen que, incluso si las emisiones de gases de efecto invernadero se redujeran drásticamente y de inmediato, el calentamiento que ya existe es suficiente para que los glaciares de todo el mundo sigan reduciéndose.
Estos grandes derretimientos globales contribuyen al aumento de los niveles del mar y afectan la producción hidroeléctrica. Provocan desastres como inundaciones rápidas y catastróficas con flujos de escombros. Alteran los ríos y los ecosistemas y afectan a los organismos que los habitan.
Aquí en la cordillera Tian Shan, el impacto más grande posiblemente sea en el suministro de agua destinada a las personas y a la agricultura.
Conforme se derrite el Tuyuksu, los riachuelos se convierten en torrentes, cuyos flujos se unen y forman una corriente que se combina con las de otros glaciares que se derriten; el agua desemboca hacia el río Pequeño Almaty, uno de varios ríos alimentados por glaciares que fluyen a través y alrededor de la ciudad kazaja. Esos ríos suministran buena parte del agua potable para los dos millones de habitantes de la región, así como el agua de riego para los campos de cultivos afuera de la ciudad.
Hasta ahora, de acuerdo con Shahgedanova, todavía no ha disminuido el flujo desde montaña arriba. Pero la experta recalcó que varios de sus modelos sugieren que eso está por cambiar: “En los siguientes veinte años, más o menos”.
Además de medir la pérdida de hielo en el Tuyuksu, Shahgedanova y sus colegas estudian el agua en el Pequeño Almaty y otros ríos. No todo proviene del deshielo de los glaciares; una parte se origina en el derramamiento de la lluvia y en la nieve que se derrite, que algunos modelos climáticos predicen podrían aumentar en la región. Otras fuentes incluyen las zonas que se han descongelado del permafrost, así como enormes pilas de fragmentos rocosos y de hielo que dominan el paisaje debajo de muchos glaciares.
Los investigadores analizan pruebas de corrientes para determinar la mezcla de fuentes de agua, lo cual es importante para hacer proyecciones sobre el futuro de los ríos. En un inicio, el deshielo del glaciar puede aumentar el flujo de las corrientes, pero el glaciar después alcanza un punto crítico y el agua de deshielo disminuye.
“En algún momento ya no pueden producir el agua que están proporcionando por ahora”, dijo Matthias Huss, investigador en el Instituto Federal Suizo de Tecnología en Zúrich. “Es muy importante que los gestores de aguas sepan cuándo se llega al punto máximo”.
Cuando el flujo desde el Tuyuksu disminuya, eso tendrá también un efecto en otros glaciares de Asia central e incluso más al sur, porque el agua de esos glaciares alimenta las grandes cuencas de ríos como el Indo, en Pakistán; el Ganges y el Brahmaputra, en India; los ríos chinos Amarillo y Yangtsé, así como el Mekong en su paso por el sudeste asiático.Arthur Lutz, hidrólogo de la consultora Future Water, dijo que la reducción se resentirá con mayor rapidez en ciertos ríos como el Indo, pero que todos se verán afectados por la menor cantidad de agua glacial para 2050.
En las montañas de Kazajistán, el declive comenzaría antes. Gran parte del agua del Tuyuksu y otros glaciares llega a las llanuras del norte de Almaty, donde se usa para el riego de cultivos. Cuando los flujos de estos ríos comiencen a disminuir, los campesinos de la región podrían enfrentar una crisis.
La mayoría de los sistemas de riego en la región datan de la era soviética. Son viejos, están desgastados y resultan poco eficaces: muchos canales y zanjas están cubiertos de tierra, no de concreto, por lo que el agua se filtra.
Además, el agua no es gestionada apropiadamente. En la actualidad, la mayoría de los campesinos toman toda el agua que necesitan sin que haya un sistema para medir cuánta usan. No hay muchos incentivos, ni dinero, para instalar mejoras como el riego por goteo, que ahorraría agua y mejoraría la productividad.
Administrar el agua de manera más eficaz es justamente lo que Kazajistán necesita con el fin de prepararse para los días en que el flujo de los ríos alimentados por los glaciares comience a disminuir.
“Es una cuestión de cómo usas el agua que sí hay aún”, dijo Huss, el experto de Zúrich. “Y la sociedad es la que dicta cómo se usa”.
Con información de The New York Times