El próximo gobierno, liderado por Nayib Bukele, enfrentará una Asamblea Legislativa en oposición y un déficit en su financiamiento, lo que seguramente pondrá en jaque sus promesas electorales para impulsar proyectos de infraestructura que según expertos rayan en la fantasía.
Bukele vapuleó en las elecciones del domingo al oficialismo del FMLN y a ARENA, capitalizando el descontento popular con las dos fuerzas políticas tradicionales que, durante tres décadas se alternaron el poder sin solucionar la violencia de las pandillas y la pobreza que cada año generan un éxodo de migrantes hacia Estados Unidos y otros países.
Tras una campaña en la que arremetió y ofendió hasta el cansancio a sus adversarios del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y a la conservadora Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), al verse ganador de la justa electoral los llamó a unirse a su proyecto, comprendíendo la avalancha legislativa que se le viene encima.
“Vamos a construir gobernabilidad y vamos a trabajar con todas las fuerzas políticas”, dijo Bukele en su discurso de la noche del domingo, luego de autoproclamarse como presidente electo.
Sin embargo, su primer obstáculo será precisamente superar la resistencia de las fuerzas mayoritarias en la Asamblea Legislativa, donde el partido que lo acogió y que facilitó su llegada a la presidencia, la Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA) y sus aliados apenas cuentan con 11 asientos de un total de 84 escaños.
Esta aritmética legislativa, que le permite a la oposición, hoy conformada por ARENA, PCN, PDC, su ‘achichincle’ (DS) y el FMLN tener mayoría simple con 43 votos y aún mayoría absoluta con 56.
La conformación actual de la Asamblea es producto de las elecciones legislativas de 2018 y se mantendrá así hasta el 2021. El periodo presidencial de Bukele tendrá una duración de cinco años, por lo que los dos primeros años tendrá un Congreso independiente del Ejecutivo.
El Salvador tiene la tasa de crecimiento económico más bajas de la región y una deficiente recaudación fiscal por lo que la única manera de financiar el gasto público y el pago de las deudas de nación es a través del endeudamiento con países y organismos cooperantes para realizar la mayoría de sus programas, pero su aprobación requiere del voto calificado, más de dos tercios de los parlamentarios, lo que Bukele no tiene asegurado.
Nayib Bukele nunca dijo claramente cómo haría para fondear sus ‘fantasiosos’ proyectos, entre ellos, construir un aeropuerto en la zona oriental del país y un sistema de trenes que atraviese todo El Salvador, lo que requeriría miles de millones de dólares en inversión pública.
Expertos economistas apuestan por un ahogamiento financiero.
Su última propuesta electoral fue la de instalar una misión internacional contra la impunidad similar a la que ha hundido a Guatemala en una manipulación de la justicia para cubrir intereses políticos de grupos de poder, en especial la promoción de la exjefa del Ministerio Público guatemalteco, Thelma Aldana, quien ahora busca la presidencia del país del Quetzal abanderando la persecución que dicha Comisión hizo de sus enemigos políticos.
Sin embargo, la creación de dicha Comisión, al ser un tratado internacional, requiere del aval de la Asamblea, la que ha identificado en el proyecto una amenaza a la soberanía de El Salvador.
“Yo ya he dicho que si me quieren imponer una agenda de la derecha aplastante después de que entreguemos el gobierno el 1 de junio, yo voy a salir a calle” a protestar, amenazó la líder de la fracción legislativa del FMLN, Nidia Díaz, poniendo una nube negra que se cierne sobre el gobierno por venir de Nayib Bukele.
Con información de la Agencia Digital de Noticias -ADN-